En medio de la investigación judicial por la comercialización de fentanilo adulterado que provocó la muerte de 96 personas en todo el país, un exempleado de Laboratorios Ramallo SA reveló las condiciones extremas y peligrosas en las que se fabricaba el medicamento. El testigo, identificado como P.D., relató en diálogo con TN que la producción se realizaba sin controles ni medidas de seguridad y con maquinaria sin habilitación. "Era como fabricar fentanilo en una carnicería", aseguró, describiendo un ambiente donde la prioridad era “hacer más plata, a cualquier costo”. El hombre, uno de los 300 empleados despedidos tras la clausura de la planta, explicó que aunque trabajaba en blanco, no recibía aportes y cobraba 450.000 pesos mensuales, pese a desempeñarse en tareas de alto riesgo. Según señaló, su registro formal estaba bajo la firma Alfarma S.R.L., propiedad de la familia Furfaro, con Ariel García a cargo desde 2019. Sin experiencia previa en química o microbiología, P.D. comenzó en la producción de suero, pasó al empaque y finalmente operó la caldera, un equipo que generaba vapor para esterilizar. "Todo esto sin ningún tipo de estudio farmacéutico. Necesitaba trabajo, presenté mi currículum y me llamaron", explicó. El exempleado detalló que los trabajadores incluso debían financiar ciertos materiales y transporte desde su propio bolsillo. "Mi última función fue como operador de la caldera. Es como un lavarropas gigante que generaba vapor para esterilizar. No tenía permisos ni normas de seguridad, si explotaba nos moríamos todos", relató. Según su testimonio, los productos se fabricaban por duplicado: un lote original y otro “trucho”, destinado únicamente a la venta sin registro. Además, señaló que las condiciones de trabajo eran extremas: "Trabajábamos en ropa interior porque las máquinas largaban un calor insoportable y no había refrigeración. No nos daban ni ropa de recambio, estábamos mojados todo el tiempo". El agua utilizada era de canilla y en los sueros aparecían partículas de vidrio, plástico y óxido. En relación con la supervisión de autoridades, P.D. aseguró que nunca vio inspectores de Anmat en la planta: "Siempre nos decían que iban a ir, que nos preparemos, pero jamás vi a nadie". Asimismo, denunció que los gerentes de calidad firmaban informes dando por aprobada la producción, aunque todos sabían que no era así. Irregularidades laborales y abandono de empleados Tras la clausura, el exempleado descubrió que no se habían realizado aportes correspondientes a su empleo y denunció la falta de respaldo legal y gremial. "Estábamos en blanco en los papeles, pero no teníamos categoría, no estábamos en un gremio, no teníamos derecho a cobrar desempleo. La empresa se borró y nos dejó a todos en la deriva", afirmó. P.D. remarcó además la angustia que le genera saber que los responsables del laboratorio siguen libres y que las víctimas continúan siendo afectadas por los productos fabricados en esas condiciones. "No quiero cobrar nada, solo quiero que paguen por lo que hicieron", sostuvo. La información proporcionada por este exempleado coincide con los hallazgos registrados por Anmat en un informe presentado ante el juez Ernesto Kreplak, que analiza las graves falencias en la producción de fentanilo adulterado. La opinión pública advierte que estas denuncias podrían acelerar las sanciones contra los responsables y abrir un debate sobre los controles sanitarios en laboratorios farmacéuticos en Argentina. NORTE HOY - www.nortehoy.com.ar